Bagnaia pierde forma en el Red Bull Ring mientras la racha de Márquez continúa —y llega ayuda desde el otro lado del garaje
Francesco “Pecco” Bagnaia atraviesa su etapa más preocupante de rendimiento en años. Un octavo puesto en el Gran Premio de Austria 2025 supuso su segundo Gran Premio consecutivo sin subir al podio, algo que el piloto oficial de Ducati no había experimentado en 68 fines de semana de carreras seguidos. Hay que retroceder hasta la fase inicial de su campaña 2022 —las primeras cinco rondas sin podio— para encontrar la última vez que encadenó dos domingos seguidos fuera del top tres. Aquella temporada terminó siendo el trampolín hacia su primera corona en la categoría reina, pero el panorama actual es mucho más duro: Marc Márquez marca el ritmo del campeonato desde el otro lado del box de Ducati, y la diferencia de puntos ya se ha disparado hasta parecer casi imposible de remontar.
Una racha rota, y por qué importa
Desde mediados de 2022, Bagnaia se había forjado la reputación de ser implacable: incluso en “malos” días solía rescatar podios o quedar muy cerca de ellos, y cuando enlazaba dos resultados discretos normalmente había mediado una caída o un abandono mecánico. En esos 68 Grandes Premios, solo registró cuatro secuencias de carreras consecutivas sin podio, y todas incluían al menos una retirada. La diferencia ahora es clara: el problema no es la suerte, sino la velocidad.
Bagnaia fue cuarto en Brno (GP de la República Checa) y octavo en Austria, dos llegadas limpias que pusieron en evidencia un déficit de ritmo en distancia completa. En Gran Bretaña este año sufrió una caída desde la P13 tras un solitario P16 en Le Mans; esos días podían catalogarse de “anomalías” o “mala fortuna”. Austria, en cambio, evidenció la conclusión de su nivel de 2025 en comparación con el referente que tiene en el garaje vecino.
La aritmética del campeonato se vuelve brutal
La clasificación tras 13 de las 22 rondas lo dice todo en negrita. Bagnaia está ahora a 197 puntos de su compañero Marc Márquez —considerado ya el campeón virtual—. No es un colchón, es una montaña. Incluso un hipotético derrumbe de Márquez obligaría a Bagnaia a ser casi perfecto de aquí en adelante, un estándar que no ha alcanzado desde la primavera. El segundo dolor de cabeza para Ducati: Álex Márquez (Gresini) ocupa el segundo puesto del campeonato y aventaja en 55 puntos a Bagnaia, que marcha tercero.
Y existe un castigo económico. Según se comenta en el paddock, Bagnaia afronta una reducción salarial si cae a la cuarta posición de la tabla. Y esa amenaza ya es real, porque Marco Bezzecchi (Aprilia), impulsado por su segundo puesto en Chequia y su tercero en Austria, ha recortado la diferencia a 43 puntos. En conjunto, significa que Bagnaia ya no defiende un título; ahora defiende un podio—tanto en las carreras como en la clasificación final.
La presión se multiplica: Bagnaia no termina por encima del tercer puesto desde que fue segundo en Catar en la cuarta ronda. El impulso, tantas veces su arma secreta en sus dos coronas, fluye en la dirección contraria desde hace meses.
La paciencia de Ducati se agota
Nadie pretende que la Desmosedici haya retrocedido. La moto es un arma tanto en Sprint como en carrera larga, como Márquez demuestra constantemente. Por eso Luigi Dall’Igna, director general de Ducati y arquitecto de su dominio actual, no endulzó el análisis del fin de semana austríaco. Lo calificó de “por debajo del nivel”, lamentando que cada domingo parezca ya una oportunidad perdida para el italiano. El número dolió: en la carrera principal, Bagnaia cruzó la meta a 12.486 segundos de Márquez—una eternidad entre pilotos con la misma moto y acceso a los mismos datos.
Para un programa que ha invertido en Bagnaia como rostro de su proyecto, la imagen resulta incómoda: el talismán de la marca está siendo superado no solo por el piloto más laureado en activo, sino también por otro rival motorizado por Ducati en la clasificación.
La rama de olivo de un rival: Rigamonti dice que la puerta está abierta
En un giro llamativo, Marco Rigamonti, jefe técnico de Marc Márquez en Ducati, se ha ofrecido públicamente a ayudar. En declaraciones a AS, Rigamonti subrayó un principio cultural de Ducati: el intercambio de información siempre es mejor que guardar secretos.
Parafraseado: “Operamos como un colectivo. Si Pecco quiere ayuda, yo se la daría. Con el tiempo he aprendido que el piloto es la diferencia final en domingo, pero la moto llega a ese nivel porque todos aportan datos. Si cerráramos las puertas entre motos, Ducati sería peor, no mejor.”
Rigamonti también recalcó que la rivalidad pertenece a la pista; fuera del casco cerrado, la obligación es mantener relaciones sanas —incluido con el grupo técnico de Bagnaia— para que el techo del fabricante siga creciendo. Desde el lado opuesto de la pelea por el título, el gesto es tanto magnánimo como pragmático: si Bagnaia acelera, Ducati se fortalece en todas partes.
Cómo se desmoronó Austria: promesa el sábado, problemas en todo lo demás
El fin de semana comenzó con optimismo legítimo. Bagnaia se clasificó tercero en la Q2, apenas 0.018s por delante de Márquez, que fue cuarto. Sobre el papel, eso lo ponía en posición favorable para dos días de limitar daños —o incluso para un golpe de autoridad.
En cambio, la Sprint marcó el tono. Un malfuncionamiento del dispositivo de salida provocó exceso de derrape en la arrancada, arruinando su lanzamiento. Una suerte similar corrió Fermín Aldeguer (Gresini), que partía sexto. En el Red Bull Ring las salidas son decisivas; si fallas en la T1 y T3, quedas atrapado en tráfico medio circuito, calientas de más el tren delantero y pierdes la referencia de frenada clave del trazado.
Si la Sprint podía verse como un fallo mecánico puntual, el domingo no dejó dudas. Márquez remató —su 12ª victoria en Sprint del año el sábado se convirtió en su sexto doblete consecutivo el domingo— mientras Bagnaia nunca encontró ritmo de carrera. A medida que bajaba el combustible y llegaba la fase de ritmo estable, él se desinfló en vez de crecer. Tras la prueba, su “debrief” sonó inusual: desconcierto. No pudo señalar una sola causa clara que explicara por qué carecía de velocidad en toda la distancia.
Lo que insinúan las hojas de tiempos (sin sobrerinterpretar)
No hace falta inventar telemetrías para leer el patrón. El Red Bull Ring es un circuito de frenadas y aceleración: comprimes la frenada, cierras la curva y lanzas la moto. Bagnaia, en su mejor versión, es maestro en liberar frenos con precisión y mantener calma en la entrada de curva, lo que se traduce en salidas limpias y cuidadosas con los neumáticos. Cuando no está fino, esas microventajas desaparecen. La señal en Austria fue su retroceso en los tramos medios y finales, sugiriendo uno—o una combinación—de los siguientes factores:
Degradación del agarre trasero que lo obligó a proteger la goma en vez de atacar en salidas de curva lenta. Falta de confianza en el tren delantero que retrasaba la entrada y abría las trayectorias, letal en sectores de stop-and-go. Mapas de freno motor o entrega de par no sincronizados con su sensibilidad, afectando la rotación y el inicio de la aceleración.
Nada de esto es exótico; es la rutina de MotoGP moderno. Lo raro es que Bagnaia, habitualmente seguro del rango de su moto, sonara inseguro sobre qué palanca accionar.
El factor humano: confianza vs. realidad
Otro matiz: el estado mental. El discurso de Bagnaia tras Austria llevaba un tinte de resignación—comprensible cuando tu compañero acumula trofeos. En sus dos títulos, se caracterizó por mantener la calma y la agresión medida, sobre todo en ritmo de carrera. Pero cuando los resultados se estancan y el vecino de box convierte cada fin de semana en un ensayo de coronación, incluso los mejores sienten la presión.
De ahí la importancia del gesto de Rigamonti. El orgullo dice “lo resolveremos solos”. El pragmatismo dice “aprovecha todas las perspectivas posibles”. Si unos ojos frescos del otro lado detectan una correlación de reglajes o una lectura de datos que su grupo ha pasado por alto, el beneficio puede ser inmediato.
La presión llega también desde atrás
No es solo Márquez quien tira hacia adelante. Que Álex Márquez esté segundo —y 55 puntos por delante de Bagnaia— es ya un examen de ejecución: el ecosistema Ducati funciona. Y que Bezzecchi lo aceche por la tercera plaza a solo 43 puntos redefine las nueve rondas restantes. Para Bagnaia, la lucha es doble: proteger el bronce y, al mismo tiempo, buscar un resquicio positivo.
La cláusula contractual multiplica las apuestas. Perder el tercer puesto no solo daña el orgullo; golpea la cartera. No es de extrañar que el discurso de la dirección de Ducati se haya endurecido: quieren urgencia sin pánico, soluciones sin excusas.
¿Qué aspecto tendría un reinicio?
No hay bala de plata, pero la hoja de ruta suele ser la siguiente:
Salidas y control de lanzamiento: reajustar el dispositivo de salida y el embrague para que los problemas del sábado no arruinen el domingo. Consistencia en la entrada de curva: volver a su seña de identidad; si está “parando” demasiado la moto antes del ápice, los datos lo mostrarán—se puede ajustar con freno motor y anti-squat. Vida del neumático trasero: si la degradación es el enemigo, priorizar la conservación sobre el pico de agarre—ajustes de geometría, shims en el basculante o suavizado del “ride-by-wire”. Referencia cruzada de garajes: aceptar la oferta de Rigamonti, al menos parcialmente. Identificar dos o tres diferencias de reglaje que expliquen las vueltas medias de Márquez y probarlas en FP. Reencuadre mental: pasar del objetivo de “rescatar el título” al de “podio cada domingo”. El impulso regresa en bloques, no de golpe. Por qué Ducati gana si Bagnaia se recupera
Puede parecer paradójico que el lado de Márquez ayude, pero Ducati en conjunto gana cuando sus dos pilotos oficiales están al frente. En las Sprint, un dúo dominante bloquea estrategias rivales. En los domingos, dos líderes controlan el ritmo, estiran al pelotón y manejan las dinámicas de neumáticos a su antojo. Los puntos de constructores se disparan, y la política interna permanece estable cuando el equipo estrella es impenetrable.
Las palabras de Rigamonti también protegen contra un relato corrosivo—el de secretos guardados dentro de un programa ganador. Ducati alcanzó la cima tras años de sufrimiento; su memoria organizativa recuerda que la inteligencia colectiva—no los arsenales privados—fue lo que los trajo hasta aquí.
La conclusión desde Estiria
Austria concentró el problema de Bagnaia en una sola tarde: promesa en clasificación, frustración en la Sprint y un ritmo dominical por debajo del estándar interno. Mientras tanto, Márquez convirtió otro fin de semana en una clínica estadística personal—12ª Sprint del año y sexto doblete seguido—, subiendo aún más la presión sobre todos los que visten de rojo.
Para Bagnaia, el titular no es ni calamidad ni consuelo. Es claridad. La tabla dice que el título está perdido; la misión es ahora detener la caída, defender el top tres y reconstruir una plataforma para el tramo final de la temporada. Eso comienza entendiendo por qué Austria fue como fue, y decidiendo si el camino más rápido pasa solo por su garaje—o también cruzando el pasillo hacia donde se siguen acumulando los trofeos.
Puntos clave en resumen Dos carreras seguidas sin podio: primera vez en 68 Grandes Premios. Últimos resultados: P4 (Chequia), P8 (Austria), ambas llegadas en meta. Clasificación tras 13/22: Bagnaia a –197 de Marc Márquez; Álex Márquez es segundo, +55 sobre Pecco. Amenaza de Bezzecchi: ahora a –43 tras P2 (Chequia) y P3 (Austria). Racha actual: sin acabar mejor que tercero desde P2 en Catar (R4). Brecha en Austria: Bagnaia terminó a 12.486s de Márquez. Dinámica de equipo: Rigamonti (jefe técnico de Márquez) ofrece ayuda, subraya la cultura de datos compartidos en Ducati. Problema técnico: dispositivo de salida arruinó su Sprint (también la de Aldeguer), pero el déficit de ritmo en carrera fue la gran preocupación.